The New School · Nueva York
La ganadora de la convocatoria «La FADU y el Desarrollo Social», María Candela Izaguirre Ribas, el mes pasado compartió su trabajo con profesores y estudiantes de las carreras de diseño de la Parsons The New School for Design, de Nueva York.
«Tenía muchos nervios por venir a una escuela tan reconocida como Parsons, para mi fue cumplir un sueño,» dijo Candela al finalizar su estadía. Durante cuatro días, Candela se reunió con Cynthia Lawson y Laura Sansone, profesoras de diseño de The New School, y con Sara Bissen, graduada del programa de asuntos internacionales de The New School. Compartió con ellas la experiencia del proyecto por el que fue reconocida, «Diseño participativo y sustentable. Puesta en valor de la producción artesanal en lana de la comunidad de San Andrés de Giles», desarrollado en las asignaturas Historia I y II, Cátedra Valdés y Fundamentos Geométricos, Cátedra De Zen. Además tuvo la oportunidad de asistir y de presentar su trabajo en diferentes clases de Parsons, como Moda y violencia, Moda y movimientos sociales y Construcción Creativa.
«San Andrés de Giles es una comunidad semi-rural en la Provincia de Buenos Aires, donde las principales actividades económicas son la agricultura y la ganadería. Las ovejas sólo estaban siendo utilizadas para el consumo de carne, y no se aprovechaba la lana. Cuando hablamos con las mujeres de la comunidad, nos dimos cuenta de que utilizaban lanas sintéticas que conseguían cuando alguien viajaba a la capital, ya que desde los 90s el tren ya no llega al pueblo,» explica Candela. »
Entonces se decidió poner en marcha un proyecto para fomentar la transferencia de conocimientos entre diseñadores y un grupo de tejedoras en situación de vulnerabilidad social de San Andrés de Giles.
«Cuando vimos los diseños notamos que les faltaba identidad local. Entonces trabajamos para mejorar los diseños a través del intercambio de conocimientos entre profesores, estudiantes y artesanas locales,» cuenta Candela. El objetivo del programa fue desarrollar una colección de prendas y accesorios de lana de oveja que tuviera a la vez identidad local y capacidad de producción en serie para poder acceder a mercados de mediana escala.
«La prenda elegida fue un poncho, muy típica de la cultura argentina y del gaucho. Se eligieron formas geométricas básicas y planas con el fin de facilitarle la reproducción a las artesanas. Al cambiar la tipología, las prendas se volvieron más atractivas, y esto les permitió abrir nuevos mercados.»
«En Nueva York, tuve la oportunidad de hablar con gente que está realizando proyectos parecidos, por ejemplo en Guatemala, y recibí sus comentarios y diferentes puntos de vista sobre nuestro trabajo. Me llevo muchas técnicas nuevas, me nutrí mucho de esta experiencia. En el futuro, espero poder trabajar en un proyecto relacionado a lo social y volcar lo aprendido en estos días.»
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